Crónica del seminario sobre “El Don de la Terapia”, de Irvin Yalom

Reflexiones acerca de “El Don de la Terapia”, de Irvin Yalom

Empezamos el ciclo de seminarios del curso “La poética del acompañamiento”. Son encuentros para reflexionar juntas, interrogarnos y poner en valor nuestro trabajo acompañadas de un libro. Hoy Irvin D. Yalom dialoga con nosotras desde El don de la terapia. Carta abierta a una nueva generación de terapeutas y a sus pacientes. Estas son algunas de las reflexiones que hemos ido tejiendo junto a Yalom.

Sobre el aquí y el ahora: el cuerpo vibrátil del terapeuta.

Estar atento a lo que siento es una de las bases para trabajar en el aquí y en el ahora. Cuando estoy en el rol de terapeuta, todo el aprendizaje llevado a cabo en mi terapia personal y en mi propio proceso es básico; así aprendo a escuchar lo que es mío y lo que es del otro. Puedo registrar lo que es del otro y a la vez ser cuidadoso: esperar el momento en que haya escucha para devolvérselo verbalmente, con espejos o a través de mis resonancias, siempre desde el tacto estético. Además, en nuestro aquí y ahora como arteterapeutas está también la obra, el tercero en la consulta. La obra también habla, revela, se relaciona y dialoga con el paciente, facilita la escucha y da forma a aspectos que requieren ser investigados.

La libertad

La libertad puede ser también un acto creativo. Incluso en el acto de crear una obra, cada decisión es un ejercicio de libertad. Libertad es abandonar la idea de tener un mejor pasado y abrir la ventana a lo posible, lo cual implica toma de decisiones, voluntad y enfoque en el momento presente. Decidir por el otro, por el contrario, es privarle de la oportunidad de ocupar su lugar de libertad.

La terapia como encuentro humano

La terapia es un universo que se crea entre dos personas. Como terapeutas, somos compañeras de viaje curiosas. Miramos como un artista por la ventana del otro, a la vez que nos dejamos tocar la herida. Tenemos el valor del compartir desde lo humano y de reconocer que nunca acabaremos de aprender lo suficiente. El encuentro terapéutico no es un lugar de exigencia en el que uno quiere conseguir algo del otro, sino que es una experiencia conjunta de construir un vínculo íntimo y único, donde uno es testigo de los grandes y pequeños actos de valor de otro ser humano. Poder desidealizar al terapeuta para humanizarlo es fundamental para que el encuentro sea honesto.  La gran diferencia entre un gurú y un terapeuta-compañero de viaje es que el segundo ayuda a la persona a que se escuche y genere sus propias imágenes para dialogar con ellas de manera honesta.

Sobre lo ecléctico

En nuestra base como arteterapeutas está, por un lado, el vínculo desde lo humano y, por el otro, la invitación a una creación artística donde el paciente explora su propio universo de imágenes y dialoga con ellas. A partir de ahí, nos abrimos a todo lo que sume al arte sin ser dogmáticos; todo lo que alimenta la vida, puede alimentar nuestra forma de acompañar en la terapia. Al mismo tiempo, en vez de entrar en luchas de poder ideológicas, también es un acto de generosidad y justicia, como hace Yalom, el agradecimiento a los maestros que nos han dejado un legado importante, como es el caso de Sigmund Freud.

Hasta qué punto abrirse como terapeuta

Como terapeutas, podemos registrar si estamos cómodos: cuando algo va bien, va bien para los dos y disfrutamos del aquí y el ahora. ¿Hasta dónde me abro? ¿Qué me dice mi escucha?¿Cómo me cuido a la hora de trabajar?¿Desde qué lugar pongo límites? ¿Cuándo puedo soltar el encuadre? Así me escucho para saber dónde estoy, hasta dónde llego y sobre todo, por qué. Conocerse para encontrar el propio camino para llegar al otro.

El valor de este espacio

Comienzos con mucha conciencia. Nos acompañamos para compartir, dejarnos cuidar y delirar juntas. Resuena Rilke a través de Yalom: “Aprender a amar las preguntas y a tener paciencia con todo lo que no está resuelto en el corazón”.

Marta Canellas

Equipo IATBA

Resonancia pictórica de Chari Muñoz

Ríos inciertos de la vida,

movimiento entre la multitud

de almas humanas danzantes,

cual aquelarre en el bosque encantado.

 

En el vacío crecen flores

con pasitos pequeños,

sacándole jugo al bosque.

 

Vidriera de colores

en las montañas,

como una asamblea de stradivarius.

 

El calor y el frío se abrazan.

La vida intensa.

De las hierbitas crecen flores.

Resonancia poética de alumnos

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