La danza es inherente al ser humano y surge de la necesidad de expresarnos. Cuando nos movemos, el cuerpo revela verdades que la mente con frecuencia no entiende; realidades quizás bloqueadas, quizás silenciadas, quizás desconocidas… Cuando bailamos con el otro creamos mundos, contamos historias, al mismo tiempo que nuestro cuerpo revela quiénes somos, cómo nos sentimos, qué queremos…

El cuerpo, la danza transdisciplinaria y la expresión y movimiento corporal son fuentes de conocimiento y herramientas de transformación. Nos permiten explorar cómo me relaciono con los demás, cómo me acerco, hasta dónde, dónde pongo mis límites, dónde los pone el otro, hasta dónde estoy seguro, cómo puedo disfrutar de las distintas relaciones… A su vez, es una oportunidad para investigar nuevas formas de vincularme y nuevas historias que contar, desde la creatividad y las posibilidades que están latentes en el cuerpo.

La danza, vivida desde el juego creativo y la escucha activa, nos abre infinitas posibilidades de relación y de descubrir lo vital, lo saludable, lo que nos hace bien. En este viaje, serán elementos importantes la percepción, el espacio, la escucha, el tacto, la voz, la mirada, el silencio, la empatía…